En el 2013 yo era un tipo escuálido cuya actividad física más demandante era correr a la esquina para alcanzar al de los tamales. Por eso decidí encontrar alguna actividad para ejercitarme pero al mismo tiempo que fuera funcional y sobre todo, divertida. Ir al gimnasio o hacer cross fit estaba automáticamente descalificado para mi. Probé un par de meses el Krav Maga y aunque me gustó, algo faltaba. Cuando eres yo, si algo no te encanta, como careces de todo sentido de la disciplina, lo dejas de hacer. Y así pasó con el Krav Maga.
Fue hasta que un día, un par de amigos y yo fuimos a una popular tienda de artículos para mejorar la casa y compramos algunos metros cuadrados de piso de espuma, de ese multicolor que parece rompecabezas, empecé a entrar en el mundo del BJJ. Nuestro sensei era el mismísimo Armando quien ya llevaba cerca de un año practicándolo y nos enseñó todas las bases. Así fue que entre Kimuras que “no entraban” y triángulos mal hechos, empecé a descubrir que esto del BJJ me latía bastante.
Después de un tiempo por fin entré a la academia Renzo Gracie de Polanco, en donde inmediatamente me sentí en confianza. Toda la banda me pareció muy relajada y con un sentido sólido de compañerísmo. Ese es, definitivamente, uno de los factores que hicieron que me quedara. También el sensei Mike a.k.a. Manotas, quien es el que mantiene todo en equilibrio, es parte importante del buen ambiente que se tiene en la academia.
Lo más importante para mi y la razón por la que en vez de seguir echado en mi cama jugando videojuegos y/o viendo tele todo el día, sigo practicando BJJ, es que no sólo es una actividad física, es de las cosas más divertidas que he hecho. Tal vez suene como una razón poco relevante o tal vez esperabas algo más profundo, pero para mi, eso es lo más importante. Me parece muy divertido aprender nuevas técnicas pero lo mejor es la lucha. No me importa ganar o perder, me importa el juego, ver que hace mi oponente y ver que hago yo. Al ser un novato, mi arsenal está bastante raquítico pero eso me empuja a ser creativo e intentar cualquier cosa con tal de sobrevivir, de mantener el juego vivo por más tiempo.
Sigo viendo tele y jugando videojuegos porque me divierte hacer esas cosas pero ahora tengo algo más con lo que puedo balancearlo y al mismo tiempo ejercitarme y aprender. También es cierto que el BJJ me ha enseñado cosas valiosas más allá de la técnica, aún en el corto tiempo que llevo practicándolo, como a ser más humilde, a exigirme más en todo lo que hago para conseguir lo que quiero y a ser disciplinado (lo cual consideraba imposible). Aún es muy temprano para hablar de esas cosas, cuando de verdad logre mantener esas actitudes por un buen periodo de tiempo, entonces hablaré más sobre ello. Por ahora, para mi, el BJJ es una forma de divertirme con mis amigos y aprender con ellos a ser un mejor jiu-jitsuka y en el camino, espero, también una mejor persona.